Psicóloga y Educadora Social
La intervención socioeducativa que se lleva a cabo desde el Centro Beatriz es un conjunto de actuaciones, de carácter motivacional, pedagógico, metodológico, de evaluación...desarrollada por una agente de intervención graduada en educación social y psicología, para llevar a cabo un programa previamente programado por la misma, y cuyo objetivo es intentar que las personas o grupo con los que se interviene alcance, en cada caso, los objetivos propuestos en dicho programa.
La intervención socioeducativa se basa en tres principios (Serna y Vallés, 2010):
Principios éticos que guían nuestra intervención socioeducativa con menores
1. Acción personalizada y terapéutica
Se trata de ofrecer apoyo individualizado y cercano estableciendo un vínculo con las personas que permita la creación de una relación educativa que facilite a la persona ser sujeto y protagonista de su propia vida. En ese vínculo que establecemos tenemos siempre en cuenta el respeto a su autonomía, su dignidad y su libertad. Partimos del convencimiento y responsabilidad de que nuestra tarea es acompañar a las personas y a la comunidad para que resuelvan sus necesidades y problemas. En nuestras acciones procuramos siempre una aproximación directa hacia las personas con las que trabajamos, favoreciendo en ellas aquellos procesos educativos que les permita un crecimiento personal positivo y una integración crítica en la comunidad a la que pertenecen.
2. Trabajo desde la profesionalidad
Supone el sentido de la responsabilidad, competencia profesional y prudencia en la utilización de herramientas y técnicas educativas. Estamos profesionalmente preparados para la utilización de métodos, herramientas educativas y las tareas que utilizamos en nuestra práctica profesional, así como para identificar los momentos críticos en los que su presencia puede limitar la acción socioeducativa. Trabajamos desde el análisis, interpretación y valoración de las necesidades, carencias y problemas de forma individualizada para dar las respuestas que resulten más eficaces en cada situación personal.
3. Búsqueda del interés superior del menor y de la justicia social
Este principio supone la piedra angular del origen del Centro Beatriz ya que nuestras actuaciones se basan en el derecho al acceso, que tiene todo ciudadano al uso y disfrute de los servicios sociales y educativos en el marco del Estado Social Democrático de Derecho y no en razones de beneficencia o caridad. Por ello, nuestra acción socioeducativa está dirigida siempre en favor del pleno e integral desarrollo y bienestar de menores y su familia, actuando siempre en el marco de los derechos fundamentales, y en virtud de los derechos humanos enunciados en la Declaración Universal de los Derechos Humanos.
4. Respeto a la confidencialidad
Se trata de nuestra obligación ineludible de guardar el secreto profesional en relación a todas las informaciones obtenidas directa e indirectamente acerca de los sujetos. En aquellos casos en que por necesidad profesional se haya de trasladar información entre profesionales o instituciones, siempre ha de tenerse en cuenta este principio.
5. Formarse permanentemente
Consideramos la formación permanente un derecho y un deber, no solo en cuanto la adquisición de conocimientos, sino también en referencia a la calidad de la acción educativa a través del análisis crítico de su experiencia. Esto significa un proceso continuo de aprendizaje que permita el desarrollo de recursos personales que favorezcan la mejora de la acción socioeducativa.
6. Trabajar en equipo y comunitariamente
Mantenemos una postura activa, constructiva y solidaria en referente a las prácticas profesionales que inciden social y educativamente con los menores. Además, promovemos la participación de las personas y de la comunidad en la labor educativa, intentando conseguir que sea la propia comunidad con la que se interviene, la que busque y genere los recursos y capacidades para transformar y mejorar la calidad de vida de las personas.
Somos conscientes de nuestra función dentro de la comunidad y la posición que ocupamos, así como en qué medida nuestra actuación puede influir en el trabajo del resto de profesionales o servicios con los que cuenta la comunidad.
7. Criterios de normalización y simplicidad en las intervenciones
Realizamos el acompañamiento y la derivación correspondiente de los menores, cuando las necesidades requieran de la acción de otras prácticas profesionales.
8. Principio de tenacidad
Se trata de fortalecer los factores protectores. El trabajo socioeducativo es difícil, cada niño es único y guarda dentro de sí infinidad de situaciones, sentimientos, experiencias, capacidades, emociones, recuerdos y momentos vividos, que no siempre es posible conocer, interpretar o entender a primera vista. Persistimos en la intervención e intentamos anticiparnos al desarrollo de más graves dificultades apoyando tanto a los progenitores como a sus sustitutos y facilitar el camino ofreciendo a las figuras tutelares y a los educadores, por una parte, información técnica suficiente acerca de los distintos modelos y corrientes psicopedagógicas más importantes y, por otra parte, las pistas que les permitan desarrollar su trabajo cotidiano con menos estrés y mayor eficacia.
CARACTERÍSTICAS Y NECESIDADES MÁS FRECUENTES DE LOS MENORES COMO DESTINATARIOS DE LA ATENCIÓN
1. Entorno familiar carencial
Son niños que suelen llegar a desarrollar comportamientos inadaptados socialmente, ya que los niños aprenden también por imitación y el ambiente condiciona su conducta. Por eso, es importante que los niños víctimas o testigos de agresiones reciban ayuda socioeducativa de un profesional. Las carencias también pueden darse por no existir unas normas de convivencia que hay que respetar. Los padres deben poner límites a los hijos y explicarles el porqué de su situación. La ausencia de estas normas o de estos límites son en muchas ocasiones la causa de la violencia en algunos adolescentes. Suele ser el caso de familias rotas o de padres que no prestan la debida atención o vigilancia a sus hijos por diferentes circunstancias (laborales, depresión, enfermedad, falta de recursos económicos o sociales, falta de información...).
2. El consumo de alcohol y drogas
Se ha demostrado que los adolescentes que consumen alcohol y sustancias tóxicas tienen conductas más violentas que los adolescentes que no consumen, debido a los efectos que causa el consumo de estas sustancias como es el aumento de impulsividad, euforia, cambios bruscos de humor, irritabilidad...Son factores que en determinadas circunstancias pueden inducir a la violencia.
3. Problemas psicológicos de repercusión familiar cuando los menores tienen temperamento fuertes y rebeldes, depresivos, por frustraciones, complejos o por un sentimiento de inferioridad.
Es el caso en que el adolescente quiere hacer daño conscientemente para sentirse mejor, tratándose de adolescentes con un problema de desajuste de personalidad.
4. Tema sociocultural
El choque de culturas diferentes provoca incomprensiones y tensiones socioeducativas que en ocasiones pueden derivar en situaciones o conductas problemáticas.
5. Menores con necesidades educativas especiales.
Se trata de menores con dificultades de aprendizaje o con un Trastorno del aprendizaje específico.
JÓVENES EN DESVENTAJA Y EN RIESGO DE EXCLUSIÓN SOCIAL
La exclusión no es una “conducta” (desviación), ni una situación dada (pobreza), sino que es un proceso vital que lleva a determinadas personas y/o colectivos a verse excluidos de la participación social (Cabrera, 2000:18). Se trata de un proceso dinámico resultado de los itinerarios que llevan a la persona desde situaciones más o menos integradas a zonas de vulnerabilidad y, finalmente, de exclusión social (Castell, 1999). En este proceso se diferencian tres zonas:
Zona de integración: caracterizada por un trabajo estable y unas relaciones sociales y familiares sólidas.
Zona de vulnerabilidad: caracterizada por la inestabilidad laboral o relacional y una protección o cobertura social débil.
Zona de exclusión: caracterizada por el progresivo aislamiento social y la expulsión del mercado de trabajo.
Ese continuo integración-exclusión implica que existen pasos intermedios que inclinan a los grupos o bien hacia la exclusión o bien hacia la integración. La propensión hacia uno u otro lado dependerá de los itinerarios y las trayectorias de inserción a la vida adulta que sigan los jóvenes articulando el aspecto económico-laboral, el aspecto socio-familiar y el aspecto psicológico-individual. La conjunción simultánea de estos factores, aumenta el riesgo de exclusión social en los jóvenes:
PERFIL SOCIOEDUCATIVO Y EMOCIONAL DE LOS JÓVENES EN RIESGO DE EXCLUSIÓN: INDICADORES DE VULNERABILIDAD
La tipología de personas que están excluidas es variada: desempleados de larga duración, asalariados de trabajos precarios, pobres, obreros no cualificados, analfabetos, toxicómanos, delincuentes, presidiarios, refugiados, inmigrantes, alcohólicos...
En el Centro Beatriz pretendemos llevar a cabo una actuación preventiva, centrándonos principalmente en las personas que fracasan y abandonan sus estudios, porque la lucha contra la exclusión social se hace principalmente desde políticas educativas (no sólo desde políticas económicas o sociales) que cubran las carencias educativas/sociales de estos grupos de riesgo y que le doten de las competencias necesarias para afrontar mejor los problemas. De ahí la importancia de trabajar en grupos a través de programas comprensivos de orientación para reducir su vulnerabilidad social (en términos de autoestima, habilidades sociales, encauzar actitudes, desarrollar la iniciativa/autonomía, aprender a tomar decisiones reflexivas, a conocerse a sí mismo...)
Además, hay que tener en cuenta que la exclusión social es la etapa final de un proceso lento. Por eso, debe abordarse desde los estados iniciales que suelen coincidir con el fracaso escolar y el abandono de estudios. En este sentido, sería conveniente que los niños que a edades tempranas presenten dificultades de aprendizaje reflejado en los bajos resultados académicos obtenidos y los informes escolares ofrecidos por los profesores se adhieran a un programa de mejora del rendimiento escolar como el ofrecido por el Centro Beatriz, “Influencia de la motivación, autoconcepto y estrategias de aprendizaje en el rendimiento escolar”. Dicho programa se centra en primer lugar en la fomentación de los aspectos motivacionales (promover un autoconcepto positivo, mejorar la autoestima, fomentar atribuciones adecuadas, disminuir la ansiedad, evitar la indefensión aprendida...) ofreciendo a los jóvenes oportunidades de éxito a partir de la valoración y evaluación de sus necesidades, disminuyendo sus puntos débiles mediante el fortalecimiento de sus puntos fuertes. Posteriormente, se avanza en el aprendizaje de estrategias de aprendizaje necesarias para que el menor adquiera autonomía y responsabilidad en su aprendizaje mediante una aprendizaje autocontrolado y autorregulado por el mismo.
Hay que tener en cuenta que los fracasos escolares iniciales inciden, en un primer momento, en la autoestima y motivación, pero después, sin oportunidades para superar los retos académicos y de aprender los patrones básicos de comportamiento social adaptado, se convierten en fracasos personales y sociales (Vélaz de Medrano, 2003).
Perfil socioeducativo y emocional de los jóvenes en riesgo de exclusión social entre los 14 y 25 años:
El consumo de drogas es uno de los principales problemas a los que se enfrenta la sociedad actual, ya que no sólo afecta a la salud pública, sino también al bienestar y al adecuado desarrollo de las colectividades.
Por otro lado, el comportamiento del consumo de drogas es un fenómeno siempre cambiante. Nuevas sustancias y nuevas formas y patrones de consumo hacen que las intervenciones deban adaptarse de forma constante a una realidad en permanente cambio.
La prevención del consumo de drogas
La prevención es la principal estrategia para hacer frente a la drogodependencia, un problema que afecta al conjunto de la sociedad.
La prevención puede definirse en sentido amplio como la acción y el efecto de las intervenciones diseñadas para cambiar los determinantes individuales, sociales y ambientales del abuso de drogas legales e ilegales, incluyendo tanto evitar el inicio del uso de drogas como la progresión hacia un empleo más frecuente o regular entre poblaciones de riesgo (Programa Internacional de las Naciones Unidas para el Control de las Drogas, 2000). Es decir, se trata de incidir sobre:
Aunque la prevención incluye tanto drogas legales como ilegales, los esfuerzos, sobre todo los dirigidos a niños y jóvenes, se centran básicamente en la prevención del consumo de tabaco y alcohol, principalmente por tres razones:
1) El tabaco y el alcohol son las drogas más consumidas y tienen consecuencias sanitarias, económicas y sociales mucho más graves que las drogas ilegales: accidentes, gastos sanitarios, conductas delictivas, absentismo laboral, mortalidad o ruptura familiares...
2) A través de la prevención del consumo de tabaco y alcohol se previene también el consumo de drogas ilegales.
3) Las intervenciones centradas en las sustancias ilegales tienen un mayor riesgo contrapreventivo, posiblemente ligado con el atractivo que pueden presentar para los jóvenes este tipo de sustancias o quizá la posibilidad de que crean que su consumo es más común de lo que pensaban, lo que aumenta la posibilidad de que ellos también las consuman para actuar como suponen que lo hacen los demás.
Factores de riesgo
Son aquellas condiciones o características, individuales o ambientales, que aumentan la probabilidad de que un individuo se implique en dicho consumo o de que éste llegue a generarle problemas importantes.
Los factores de riesgo se han clasificado en tres grandes grupos de características (de la sustancia, del consumidor y del entorno social) que interactúan entre sí ya que el hecho de que la presencia de un factor de riesgo se asocie con una mayor probabilidad de consumo de drogas no significa que dicho factor sea la causa del consumo de drogas. Además, la complejidad de la conducta humana hace que el consumo de drogas se relacione con una enorme cantidad de factores individuales y sociales.
Características de la sustancia
Cada droga posee unos efectos y unas características farmacológicas diferentes, de tal forma que es posible establecer con carácter general la capacidad de adicción de cada sustancia o sus efectos sobre el sistema nervioso.
Características del consumidor
La persona no es un elemento pasivo que se limita a responder ante los efectos farmacológicos de la sustancia o a sufrir indefenso las influencias del ambiente. Por el contrario, es el verdadero protagonista de la conducta de consumo de drogas. Es el que da un significado u otro, al efecto de las sustancias adictivas y es quien interpreta -o incluso, quien modifica- el ambiente en que vive. Por ello, es probable que los factores de carácter individual sean los que pueden ejercer un papel más determinante en el desarrollo de la toxicodependencia.
Aún no se conoce cuáles son los más importantes, ni cómo se condicionan entre sí.
Características del entorno social
La influencia social es una fuerza moduladora de la conducta humana en general y de la conducta de consumo de drogas en particular.
Esta influencia es muy intensa cuando se trata de personas o grupos que forman parte de nuestro entorno social más próximo (ambiente microsocial). Así, la familia desempeña un papel esencial en el inicio del consumo de drogas, no sólo por su posible papel de modelado sino también por la influencia positiva o negativa, del estilo educativo o del clima afectivo existente en ella. En este sentido, pueden actuar como factores de riesgo:
Del mismo modo, el ambiente escolar (mediante los estilos y los contenidos educativos o el grado de integración del individuo, entre otros factores) o el grupo de amigos, constituyen fuentes de influencia de primer orden. Entre los factores de riesgo relacionados con estos ámbitos destacan:
Dentro de la población adulta, destacan los asociados con el ambiente laboral:
En cuanto los factores de carácter macrosocial: